José Luis Pablo Sánchez. Revista cultural de Santa Coloma de Gramanet.
XIX SEMANA CULTURAL EXTREMEÑA
PLASENCIA, UNA CIUDAD QUE SE MUEVE.
Van a ser las once cuando Plasencia nos recibe con una brisa caliente de primavera. La primera sensación que tienes al llegar, es como si recibieras una bofetada, por el cambio tan brusco. El silencio, la tranquilidad en que viven los pueblos veratos ha dado paso al bullicio de tráfico de coches y gentes que lo invaden todo: establecimientos, oficinas, bancos, bares… Estamos en la capital del Jerte que, fiel a sus tradiciones, está dando cobijo un día más a todas las comarcas norteñas que vienen a la capital para hacer sus transacciones comerciales, agrícolas, ganaderas…
Cuando conseguimos dejar el coche, descubrimos que estamos en la UNED, que junto a las cuatro escuelas universitarias con que cuenta Plasencia, crea un ambiente estudiantil que llena de vida y dinamismo esta parte de la ciudad.
Tras cruzar las murallas, se avanza hacia el corazón de la ciudad. Dejas de ver barriadas con edificios de hormigón y te introduces en la magia de la piedra, calles, rincones y plazas, con un genuino sabor italiano.
No podemos pasear, porque nos vemos arrastrados por un río de gente extraordinario. Un cartel anuncia la próxima representación en el teatro Alkázar. Por fin llegamos a la Plaza. Este lugar es un buen observatorio para ver cómo transcurre la vida placentina y trato de buscar un banco para sentarme un momento.
El abuelo Mayorga nos ha recibido martilleando las campanas y nos recuerda que son las once.
La actividad es frenética en la Plaza. Los quioscos venden de todo, desde periódicos deportivos, hasta revistas con las bodas y divorcios de los famosos. Mil personas se mueven por la plaza con una sincronización perfecta. Un hombre pregunta por la oficina del agua, una pareja por la parada del tren turístico. Dos jóvenes vestidos de blanco y con una escalera larga van cantando “La raja de tu falda”.
El calor aprieta. El termómetro de la farmacia Mateos marca 20º y parece que seguirá subiendo.
La “Pitarra del Gordo” se ha llenado y las terrazas de la plaza también.
“Yupies” y cobradores trajeados, van desfilando con unos maletines negros, seguramente llenos de facturas.
Los turistas poco madrugadores comienzan a llegar por todas partes. Un gran grupo, siguiendo atentos las explicaciones del guía, hace también su aparición en este gran escenario.
El tren turístico ha llegado, se ha llenado, ha pitado y se ha marchado.
Un rato sentado en un banco de la plaza es suficiente para que el viajero se dé cuenta, que está en una ciudad cosmopolita, abierta, donde todos tienen cabida y parecen sentirse a gusto. El turista se siente feliz y acogido con calor. Los habitantes de otros pueblos evidencian que esta ciudad llena de servicios soluciona sus problemas y los placentinos se sienten orgullosos de su bonita ciudad. Plasencia es además la ciudad puntera del comercio y la industria del norte de Extremadura y sabe asumir muy bien la capitalidad que representa.
ALGO ESTÁ CAMBIANDO EN PLASENCIA.
Hace un año aproximadamente inauguraron el Parador Nacional, antiguo convento de San Vicente Ferrer. Pues bien, desde la Plaza Mayor hasta el Parador ha quedado un circuito elegante y señorial. Le han hecho un lavado de cara tan acertado, que el aspecto actual no tiene nada que ver con el que lucía años atrás.
El recorrido es un auténtico lujo de conventos, catedrales, iglesias, palacios… que a nadie deja indiferente.
En el corto trayecto se encuentran un conjunto de iglesias como la de San Esteban, el Convento de las Claras, las dos catedrales: la vieja románico-gótica y la nueva de estilo renacentista y florido. Los amantes del arte podrán disfrutar de la iglesia de San Nicolás, observando la transición del románico al gótico.
Un conjunto de palacios nos van saliendo al encuentro: el de los Monroy, el de los Marqueses de Mirabel o el de la casa de Deán, con su balcón en esquina.
Para los amantes de los museos, pueden visitar el Municipal, el catedralicio, el de caza y cómo no, el etnográfico – textil.
Para animar el circuito a los muchos turistas que pasean tranquilos por la zona, se les unen los estudiantes del Complejo Cultural Santa María, con escuela de Bellas Artes, conservatorio, ateneo, añadiendo una explosión de dinamismo a la magia y el encanto que ya de por sí tiene esta zona.
Voy disfrutando tanto del paseo, que la primera sensación de agobio que sentí por la mañana al llegar, por supuesto ha desaparecido, dejando paso a un sentimiento de atracción que me dice: “¡esta ciudad, bien vale una visita!”
Del libro “Por el Norte de Extremadura”
De la Vera a las Hurdes.
Autor: José Luis Pablo Sánchez